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viernes, 20 de marzo de 2015

“Dinho” en el peor momento de su vida

El brasileño Ronaldinho cumplirá este fin de semana 35 años con la pena de un mago que trocó la alegría por abulia y como consecuencia se convirtió en una caricatura del semidiós considerado en el 2004 como el mejor jugador del mundo.

Con unos kilos de más, lento y sin capacidad de liderazgo, “Dinho” ha sido en el Querétaro del fútbol mexicano una imitación pirata del genio que ayudó a Brasil a ser campeón mundial del 2002 y si se mantiene vigente en los diarios ha sido por sus apariciones en fiestas, no por su gracia al tocar la pelota.

Fue el fichaje bomba del pasado torneo Apertura 2014 al cual llegó a mitad de temporada y se ganó un aprobado a secas con tres goles y una asistencia en nueve juegos. Al acabar se fue de vacaciones a su país y cuando sus compañeros comenzaron a entrenarse para el siguiente campeonato, él celebró el fin de año en casa.

Ahora ha sido diferente; sus desplazamientos en la cancha asemejan a un zombi aburrido, y sus únicos números respetables son los de su salario de casi dos millones de dólares al año porque en la cancha, de los 10 partidos del Querétaro ha jugado solo en cinco, dos completos, y aún no convirtió su primer gol. Se trata de uno de los futbolistas más grandes que ha pasado por México, pero se ha mantenido fuera de forma y, como le pasó a su compatriota Bebeto’ con el Toros Neza en 1999, en la cancha no ha podido demostrar su arte.

Ronaldinho celebrará su cumpleaños 35 en dos días. Caerá en sábado, después del partido de su equipo. Debía estar contento por eso, pero su fiesta será incompleta porque asistirá a ella con un sentimiento de orfandad causado por el enfriamiento de su relación con su amigo más querido, el balón.

UN AMANTE DE LA VIDA LOCA

En diciembre presumió en las redes sociales su aparición en fiestas con mujeres, pero los directivos del Querétaro mantuvieron el discurso de que el futbolista atendía asuntos importantes en Brasil y por eso iba a llegar retrasado a la pretemporada.

Cuando el entrenador Ignacio Ambriz se había acostumbrado a la idea de no tenerlo llegó con un mes de tardanza y como consecuencia no pudo jugar en los primeros tres encuentros del campeonato y en el cuarto solo apareció durante 29 minutos. El 6 de febrero por fin completó un partido y los hinchas del Querétaro se mostraron dispuestos a olvidar su desgano confiados en que, una vez en forma, el hombre se echaría el equipo a los hombros y lo pondría en la liguilla de los candidatos al título.

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